Siria: una guerra dentro de otra guerra

En el norte de Siria existe el riesgo de que se produzca una división entre los grupos insurgentes que luchan contra el Gobierno, cuenta Martin Chulov en The Guardian. Las milicias yihadistas, poco relevantes en el inicio de la guerra, están ganando poder e influencia. Se han visto favorecidos por la incapacidad de los rebeldes de formar un mando unificado que establezca una disciplina y organización comunes. En ese vacío, grupos como Jabhat al-Nusra, cercano al mensaje de Al Qaeda, han prosperado y suponen una amenaza para el futuro. Su lucha no terminará con el posible derrocamiento de Asad, sino que continuará con la intención de imponer un régimen con una interpretación estricta e intolerante de la sharia.

¿Hasta qué punto pueden llegar a convertirse en la fuerza predominante en Alepo y el norte del país? No lo sabemos, pero artículos como el de Chulov indican que otros grupos comienzan a marcar distancias con ellos.  

It was, for a while, a tale of dramatic gains; of revolutionary zeal and a fervour to get things finished, no matter the methods or consequences. Ideological and religious differences were set aside in the battle against a common enemy – the Assad regime. «But then they [al-Nusra] began to reveal themselves,» said a senior rebel commander in Aleppo. «The situation is now very clear. They don’t want what we want.»

Over the past six weeks a once co-operative arrangement between Aleppo’s regular Free Syrian Army units and al-Nusra has become one of barely disguised distrust.

Laia Balcells escribió un interesante artículo en Politikon sobre la diferencia entre guerra civil e insurgencia. No es una cuestión académica, pero lo cierto es que es complicado adjudicar estas categorías en tiempo real, es decir, cuando aún no ha acabado el conflicto.

Existe la idea de que la guerra de Libia, en la que sí había dos contendientes claramente delimitados que ocupaban zonas concretas, puede ser el modelo que se repita en Siria en algún momento: una guerra aparentemente congelada en sus frentes en la que un hecho concreto (la intervención occidental que neutraliza la superioridad aérea del Gobierno en el caso de Libia) finalmente desequilibra la balanza en favor de uno de los bandos.

En primer lugar, eso olvida las diferencias entre Libia y Siria. Libia es una sociedad bastante homogénea desde el punto de vista étnico y religioso, o al menos mucho más homogénea que Siria. Había diferencias políticas entre los rebeldes y uno de sus líderes fue asesinado en circunstancias muy sospechosas, pero la oposición en la región oriental del país se mantuvo en general unida hasta que alguien dio el tiro de gracia al régimen. Y no fueron esos rebeldes del este quienes lo hicieron, por cierto, sino los de otras zonas del país.

Resulta muy aventurado decir, como sostiene Balcells, que el Gobierno sirio «está llevando a cabo una política de eliminación de la base demográfica del enemigo a partir de violencia indiscriminada y asesinatos masivos». El que haya ocurrido así en algunas zonas no quiere decir que esté sucediendo en el conjunto del país. Si fuera así, el régimen se habría lanzado a una política de exterminio de los suníes, que son mayoría, y eso sólo habría acelerado su derrota. Muchos suníes, especialmente los que tienen algo que perder (empresas, comercios, propiedades) se mantienen en una posición falsamente equidistante. Aunque quisieran la derrota del Gobierno, lo que quieren ahora por encima de todo es que alguien gane y que se ponga fin a dos años de guerra que están destruyendo el país.

A pesar de lo que dice Balcells, los rebeldes no han logrado formar un frente unificado con una autoridad nítida sobre todas las milicias, ni siquiera en el norte donde su situación es indudablemente mejor que en el resto del país. El artículo de Chulov indica que las diferencias entre los grupos rebeldes comienzan a ser evidentes. Hay casos documentados de asesinatos y ajustes de cuentas entre estas milicias, y no sólo por el reparto del botín sin el cual no se puede continuar la guerra

La idea de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo –y todas las alianzas de circunstancias tan habituales en una guerra civil– resulta difícil de aceptar para los grupos cobijados bajo el paraguas del FSA cuando ven cómo los yihadistas están ocupando posiciones de ventaja no sólo en el frente de batalla, sino también en las zonas liberadas. Hay grupos que son capaces de hacer la guerra y la revolución al mismo tiempo (por utilizar una expresión frecuente otros conflictos), y eso no deja dormir tranquilos a aquellos que sólo quieren hacer la guerra.

Esta entrada ha sido publicada en Siria y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

5 respuestas a Siria: una guerra dentro de otra guerra

  1. Gorki dijo:

    Como creo haber dicho en otra ocasión, esta guerra terminará con la caída de al-Assad cuando Rusia pacte con Arabia Saudí ( y no lo consideréis descabellado).

  2. Xaquín dijo:

    «Hacer la guerra y la revolución al mismo tiempo», «hacer solo la guerra», «hacer la revolución después de la guerra»…y, por supuesto, que es «hacer la revolución»…siempre fue muy difícil poner de acuerdo a los «filólogos»…y, por supuesto, filólogas, faltaría plus…

  3. juanjo dijo:

    ¡Que revolucion ni que pollas!Lo de Siria es simplemente una invasion por parte de la OTAN y sus adleteres del golfo intentando repetir el guion de Libia.Pero se han topado con una fuerte oposicion por parte de Rusia y China.Como en el pasado USA se saca de la manga a los Alquaeda para que peleen por sus intereses,pero sin la cobertura aerea de la OTAN(gracias a la cual invadieron Libia)estos descerebradois islamoasesinos junto a sus asesores otanicos estan llamados a fracasar.

  4. vktr dijo:

    Ya tardaba en salir el típico comentario de la conspiranoia OTANista. Qué cansino.

  5. spqr dijo:

    Ya tardaba en salir el típico guardián de la ortodoxia socialdemócrata, que no tiene ni idea de geopolítica pero si lo dice eldiario.es o Periodismo Humano (etc…) será cierto. Y por cierto, la «intervención» en Mali es para salvaguardar la democracia y los derechos humanos. No tiene nada que ver con el uranio (esencial para sus más de 50 centrales nucleares), conspiranoicos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *