Trump coloca a un amante de la guerra al frente del Consejo de Seguridad Nacional

Donald Trump nos ha dado más motivos para pensar en la invasión de Irak de la que se cumple estos días el 15º aniversario. Tras varias semanas de rumores y desmentidos, el presidente de EEUU ha decidido prescindir de su consejero de Seguridad Nacional, el general McMaster, y nombrar en su lugar al neocon más habitual en los programas de Fox News, John Bolton, de 69 años.

En un artículo que ya tenía preparado, Fred Kaplan opta por el mensaje directo en el titular: «It’s Time to Panic Now».

El máximo consejero del presidente en asuntos de política exterior pasa a ser un hombre que siempre ha pensado que EEUU debe solucionar los problemas internacionales complejos con el máximo uso de la fuerza. Su argumento habitual frente a la amenaza real o ficticia de cualquier adversario de EEUU es que es mejor atacar antes de que sea demasiado tarde. Cuando otros piensan que antes de apostar por la vía militar es mejor pensar en las consecuencias, Bolton está convencido de que la destrucción del enemigo es la mejor consecuencia posible.

En la Administración de George Bush, tuvo dos puestos que eran la antítesis de sus ideas. Fue subsecretario de Estado para el Control de Armamento (cuando siempre estuvo en contra de los tratados firmados por su país en esa materia) y embajador en la ONU (cuando despreciaba a las Naciones Unidas, de la que dijo que si perdiera diez plantas de su edificio de Nueva York, no habría ninguna diferencia). En realidad, intentaron colocarle en dos ocasiones en puestos más importantes, pero la presión de altos cargos de la Administración de Bush y de congresistas republicanos lo impidió.

Bolton está entre los altos cargos de ese Gobierno que, inmediatamente después de la invasión de Irak, empezaron a insistir en que el siguiente paso debía ser Irán. Algunos incluso antes. Hay una frase que circuló bastante esos días: «Cualquiera puede ir a Bagdad. Los hombres de verdad quieren ir a Teherán» (aunque los que pronuncian este tipo de frases nunca han ido a la guerra; son los que se dedican a enviar a otros). Fue pronunciada por un alto cargo del Gobierno no identificado en mayo de 2003. Quizá no fue Bolton, pero le define a la perfección.

Otra de sus características: su capacidad de sostener acusaciones sin ninguna prueba que las sustente o basadas en información de los servicios de inteligencia que raramente cuenta con base para sostenerlas en público. A veces, incluso se las inventaba.

En su época en el Departamento de Estado, quiso incluir a Cuba en la lista de países del llamado eje del mal (es decir, Irak, Irán y Corea del Norte). Alegaba que en la isla existía un programa de armas biológicas, que nadie más que él conocía.

De ahí su fama de estar dispuesto a distorsionar hechos para que se acomoden a su visión ideológica. Eso lo hace peligroso ahora, porque la labor del consejero de Seguridad Nacional, entre otras cosas, es la de seleccionar la información que llega al presidente sobre política exterior para que tome sus decisiones.

Durante los años de Obama, se mostró radicalmente en contra de negociar con Irán un acuerdo sobre su programa nuclear. Daba por hecho de que se trataba de un programa de armas nucleares y que las sanciones existentes no servían ya de nada. En marzo de 2015, escribió un artículo en el NYT de titular nada ambiguo: «To Stop Iran’s Bomb, Bomb Iran». Frente a los que argumentaban que una campaña de bombardeos sólo podría retrasar unos años el supuesto programa militar nuclear en el mejor de los casos, su respuesta era muy sencilla. Más guerra: «Tal acción debería combinarse con un fuerte apoyo norteamericano a la oposición iraní con el objetivo del cambio de régimen en Teherán».

Lo escribió una década después de que hubiera quedado muy claro que los planes norteamericanos en Irak no habían salido como se esperaba.

Más recientemente ha recomendado la misma medicina para Corea del Norte. En un artículo del 28 de febrero en el WSJ, pidió directamente un ataque preventivo contra ese país. «Es perfectamente legítimo que EEUU responda a la actual ‘necesidad’ planteada por las armas nucleares de Corea del Norte atacando primero», escribió como conclusión en la última frase.

Bolton es miembro destacado desde hace años del American Enterprise Institute, el think tank más identificado con los neocon. Pero se puede argumentar que él no es un auténtico neoconservador porque no comparte la retórica de muchos de sus colegas en favor de extender la democracia liberal en el mundo para someter a los adversarios y situarlos en la esfera de influencia de EEUU. En ese sentido, Bolton se parece más a Dick Cheney, que por lo demás cobijó a muchos neocon en los años de Bush.

La prioridad para Bolton es asegurar la hegemonía de EEUU en el mundo y si para ello hay que apoyar a dictaduras, eso no es un problema siempre que sean regímenes aliados de Washington. Por eso, consideró muy perniciosa la Primavera Árabe, aunque apoyó sin duda la intervención en Libia.

¿Cómo se combina la elección de Bolton con las reticencias de Trump cuando McMaster y el Pentágono le tuvieron que convencer de que debía enviar más tropas a Afganistán? ¿O con su inesperado anuncio de estar dispuesto a reunirse con Kim Jong-un? Quizá no tenga sentido especular sobre los deseos en política exterior de un presidente que puede cambiar de opinión en cuestión de días. Desde luego, la retórica trumpiana de responder a todos los conflictos con amenazas, de alardear del poder militar de EEUU y de poner los intereses norteamericanos por encima de los de sus aliados es perfectamente coherente con las ideas de Bolton. Para este, la diplomacia suele ser una pérdida de tiempo. La guerra es la primera respuesta, no la continuación de la política.

Y quizá, al igual que con McMaster, Trump se canse en unos meses de Bolton, que es un ideólogo convencido y nada acostumbrado a resignarse a los deseos de un presidente. Eso permitiría no adelantar más el reloj simbólico del apocalipsis nuclear, lo que sería un gran alivio, dado que ahora está a dos minutos de la medianoche.

Foto: Bolton en su discurso en el pleno del Conservative Political Action Conference (CPAC) en 2015. Cage Skidmore CC.

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