Trump convierte a la OTAN en una alianza de papel

La cumbre de la OTAN ha sido la oportunidad perfecta para otra gran actuación de Donald Trump en la versión que aterroriza a sus presuntos aliados europeos. Ya la semana pasada sugirió en un mitin que la presencia de miles de tropas norteamericanas en Alemania era un asunto que podría revisar por razones económicas. En un desayuno el miércoles con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que los miembros de la organización que no destinan el 2% del PIB a gastos de defensa «son unos morosos en lo que a mí respecta porque Estados Unidos ha tenido que pagar por ellos».

Pero todo fue mucho más dramático cuando el presidente de EEUU se lanzó contra Alemania por sus importaciones de gas ruso.

Durante la rueda de prensa junto a Stoltenberg, se produjo un intercambio de opiniones entre ambos que debió de ser un tanto embarazoso para el primer funcionario de la OTAN.

Stoltenberg: Creo que las dos guerras mundiales y la Guerra Fría nos enseñaron que somos más fuertes juntos que por separado.

Trump: ¿Pero cómo es posible estar juntos cuando un país recibe la energía de la persona contra la que te pide que le protejas o del grupo contra el que quieres protección?

Stoltenberg: Porque comprendemos que si estamos juntos, también en relación a Rusia, seremos más fuertes. Creo que lo que hemos visto…

Trump: No, estás enriqueciendo a Rusia. No estás haciendo tratos con Rusia. Estás enriqueciendo a Rusia.

Stoltenberg: Bien, creo que incluso durante la Guerra Fría los aliados de la OTAN comerciaban con Rusia, y ha habido desacuerdos sobre qué tipo de acuerdos comerciales debemos tener.

Trump: Creo que el comercio es estupendo. Creo que la energía es un asunto diferente. Es un asunto muy diferente al comercio normal. Y tienes a un país como Polonia que no acepta el gas (ruso). Fíjate en algunos países, no lo aceptan, porque no quieren ser cautivos de Rusia. Pero Alemania, tal y como lo veo, está cautiva de Rusia, porque recibe mucha de su energía de Rusia. Así que se supone que debemos proteger a Alemania, pero ellos reciben su energía de Rusia. Explica eso. Pero no se puede explicar, ya lo sabes.

Stoltenberg tenía previsto dar una entrevista el viernes a la NPR, la radio pública de EEUU. Ha sido cancelada y no se espera que conceda entrevistas hasta septiembre (1). Tiene ahora muy difícil defender la idea de que la OTAN es una organización que funciona.

Cualquiera diría que Trump es un halcón que pretende cortar la relación comercial de Moscú con Europa. Es más bien al contrario. Al igual que ha hecho con las investigaciones que tienen lugar en su país –donde llegó a acusar a Hillary Clinton de recibir ayuda de Rusia–, no desaprovecha la oportunidad para embarrar el campo, confundir a todos y continuar siendo el trol más poderoso del mundo.

El objetivo es avergonzar a Alemania y Angela Merkel presentándolos como unos cobardes que están controlados por Rusia. Lo que se une a las críticas de Trump a la política migratoria alemana y a la supuesta inseguridad que ha causado en el país, basada en datos falsos. Como también es falso que Alemania dependa entre un 60% y un 70% de Rusia en sus necesidades de energía, como planteó Trump. El 40% de las importaciones de gas de Alemania procede de Rusia.

Esa dependencia opera en los dos sentidos. Rusia también necesita exportar sus materias primas a Europa sin las cuales no cuadraría sus presupuestos. La relación comercial no impidió que Merkel promoviera la adopción de sanciones contra Rusia en la UE a causa de su intervención militar en Ucrania.

En la reunión, Trump dobló la apuesta con la intención de humillar aún más a sus socios. Aun sabiendo que el compromiso al que llegó en su momento la OTAN –el 2% del PIB– es imposible de alcanzar para muchos gobiernos si quieren salir reelegidos en las próximas elecciones, lanzó otra cifra. El doble. El 4%. Podía haber dado cualquier otra, el 3% o el 5%. Lo importante era mantener la presión para dejar claro quién está al mando y quién sólo tiene el derecho a obedecer.

Lo hemos visto en muchas películas. La organización criminal exige una cantidad de dinero por una deuda real o inventada. Cuando el cliente al que se garantiza protección se niega a pagar porque no quiere o no puede, se le dobla la cantidad. Estás en sus manos. No tienes muchas opciones.

Es conveniente echar un vistazo a las cifras.

La OTAN difundió un día antes de la cumbre un comunicado con las principales cifras de gasto militar de los países de la alianza, probablemente por indicación de Washington para dejar en evidencia a los «morosos». Sólo cinco países alcanzan o superan el 2%: EEUU, Grecia, Estonia, Reino Unido y Letonia. El porcentaje de Alemania es del 1,24%. El de España, el 0,93%. Las cifras de 2018 son en cualquier caso una estimación basada en los compromisos presupuestarios actuales.

El gráfico de AFP permite apreciar mejor la notable distancia en el gasto de defensa entre EEUU y sus aliados.

Este gráfico muestra la evolución del gasto militar en relación al PIB en la OTAN, EEUU, y Europa y Canadá. El descenso evidente después del fin de la Guerra Fría. El aumento después del 11S, cuando la OTAN intentó encontrar una razón para su existencia en la guerra contra el terrorismo yihadista, aunque se debió básicamente al incremento producido en EEUU. La caída tras la última crisis económica.

Este gráfico introduce un umbral que sí superan bastantes países. Muestra el porcentaje de gasto en armamento y equipamiento sobre el total de gasto de defensa. Elimina gastos de personal de las fuerzas militares, salarios y pensiones, entre otras cosas. El mínimo exigido es del 20%, que sí supera España con el 23,04%. Alemania está en el 14,13%.

El discurso de Trump se basa una y otra vez en una falsedad. Los países europeos no deben dinero a Washington. Su gasto de defensa podría tener influencia en el norteamericano, pero es improbable. El compromiso militar de EEUU se basa en su idea de continuar siendo el gendarme que vigila el mundo, además de defender a sus empresas del sector de la defensa que tanta influencia tienen en el Congreso. La experiencia de las guerras de Irak y Afganistán confirma que la contribución europea es simbólica y política, pero sobre el terreno no es un factor relevante. Lo que ocurrió con las tropas británicas en Basora, Irak, y Helmand, Afganistán, dejó patente que ni siquiera el país con una voluntad más clara de enviar fuerzas militares al exterior puede ser un socio de garantías.

Es probable que Trump vea un aumento del gasto europeo como una oportunidad para que esos gobiernos utilicen parte de los nuevos fondos para comprar material de guerra a la industria norteamericana de defensa, como han hecho Arabia Saudí, los Emiratos y Qatar. Eso olvida que en Europa hay también una industria militar a la que sus gobiernos darían lógicamente prioridad.

La OTAN es ya sólo una alianza en el nombre, al menos mientras Trump sea presidente de EEUU. Cuando un Gobierno como el de Washington sugiere que las importaciones de coches europeos son un asunto de seguridad nacional y amenaza con más sanciones comerciales contra una industria que genera centenares de miles de puestos de trabajo directos e indirectos en Europa, resulta complicado llamar a eso una alianza.

A los gobiernos europeos sólo les queda encajar el golpe, continuar haciendo promesas sobre el aumento de gasto militar y mantener un frente unido en la medida de lo posible. Las antes aburridas y protocolarias cumbres de la OTAN son ahora una pesadilla que hay que soportar con algunos sustos y que conviene olvidar cuanto antes.

Ni siquiera tienen claro que la respuesta consista en aumentar la hostilidad hacia Rusia para complacer a Washington. En unos días verán reunirse a Trump y Putin en una cita que incluirá múltiples elogios del primero al segundo. Quizá no haya una política norteamericana en relación a Rusia de ningún tipo y que todo dependa de los caprichos de Trump y de los problemas judiciales de su Administración en EEUU.

La OTAN es ya sólo una fachada que esconde una familia disfuncional en la que el patriarca provoca un intenso temor entre todos sus miembros. Pero, como todos viven en la misma casa, tienen que seguir siendo aliados.

(1). La periodista de NPR no acertó con su previsión sobre las entrevistas de Stoltenberg o sus portavoces le engañaron. Hoy jueves el secretario general de la OTAN ha dado una entrevista en directo en CNN.

17.30
El 40% del gas consumido en Alemania viene de Rusia. El Gobierno alemán ha querido poner en contexto ese dato para desmentir a Trump. El 24% de las necesidades de energía del país se cubre con el gas. Si unimos a eso el petróleo importado de Rusia, la cifra total de dependencia energética de Rusia se queda en el 23%, no el 70% del que hablaba Trump.

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