Conchita Wurst, Hitler y el poder blando de Europa

conchita

¿Cómo pasar del triunfo de Conchita Wurst en Eurovisión al conflicto con Rusia por Ucrania? Esto que parece simplemente una excusa para hacer geoestrategia de bolsillo en Twitter o en el bar es también el arranque de una entrevista en Der Spiegel con el ministro alemán de Hacienda, Wolfgang Schäuble. Ese Schäuble que es más poderoso que muchos primeros ministros de la UE.

Veamos lo rápido que salta de Eurovisión a Rusia. Es de suponer que le habían avisado de que la entrevista iría por ahí. Empezamos desde la segunda pregunta.

–»¿Qué significa para Europa que una drag queen con barba haya ganado el festival?

–Dice algo sobre la diversidad cultural de Europa. Pero no debería darle mucha importancia.

–¿No es usted un seguidor del festival?

–Quizá es un asunto generacional. Ahora en serio, creo que su victoria no es algo malo. Ha demostrado a mucha gente por primera vez que la actual disputa con Rusia tiene una dimensión política que va más allá de los acontecimientos de Ucrania».

El punto de vista del ministro es bastante ventajista. No es sólo Rusia el único país europeo cuyos valores tradicionales chocan con los derechos concedidos en varios países de la UE a la comunidad gay. Es una tendencia muy acusada en varios países de Europa del Este.

El periodista define los valores de tolerancia que encarna Europa como un ejemplo de ‘poder blando’, la expresión acuñada por Joseph Nye para representar la capacidad de un país poderoso para influir en otros, no a partir de su fuerza militar, sino por su poder económico y el ejemplo que encarnan sus valores y su estilo de vida. De ahí que Schäuble diga que los europeos debemos ser conscientes de que «somos mucho más atractivos y poderosos de lo que nos creemos». Europa tiene una «misión global» (nada menos) y no debe olvidar que disfruta del mayor nivel de «poder blando» en el mundo.

Olvídense de la 101ª División Aerotransportada de EEUU, del poder industrial chino o de la producción rusa de gas y petróleo. Europa es más ‘cool’ que todas esas potencias.

Vamos a hacer un esfuerzo para no reírnos. Pongamos que Schäuble no está pensando en la siesta española, la comida francesa o las vacaciones que se pueden permitir los alemanes. Que se refiere al Estado de bienestar europeo, a los mínimos índices de inseguridad, y al alto porcentaje de gasto social, que permite reducir los conflictos internos del sistema a un nivel tolerable.

¿Se refiere a esas tres cifras que ha mencionado Merkel en algunas cumbres europeas en relación a Europa, el 7% de la población mundial, el 25% del PIB y el 50% del gasto social? ¿Esas cifras que son aparentemente insostenibles a menos que los díscolos países del sur prueben la medicina que se merecen y reduzcan el porcentaje de gasto social?

Hay que partir de la base de que no habla del paro porque, claro, aquí hay que referirse al paro de ‘los otros’. Los alemanes no están pasando por ese purgatorio.

Nunca hay que subestimar la capacidad de un político de mentir, sobre todo si, en el caso del ministro alemán, ha dado por finalizada la crisis, que quizá en su país nunca llegaron a sufrir, para alardear de que la UE vuelve a estar en primera línea. Quizá se haya sentido motivado por los últimos indicios que muestran que las economías emergentes han visto frenada su expansión. Quizá quiera hacer creer a todos que, ahora que toda la UE ‘habla alemán’ (dado que los franceses han sido los últimos en resignarse a probar las ventajas de la austeridad), es imprescindible vender una imagen de éxito, por mucho que se contradiga con la medida estándar para apreciar el desarrollo económico: el crecimiento del PIB.

En realidad, sólo hay que seguir la entrevista para saber que Schäuble está pensando en otra cosa. Es una forma de responder a las acusaciones veladas originadas en EEUU por la escasa respuesta de la UE, y en especial de Alemania, a las iniciativas de Putin en Ucrania. Por un lado, el ministro alemán lo tiene fácil. Nadie en su sano juicio puede justificar una respuesta militar directa europea en la crisis ucraniana que sólo serviría para agravar el conflicto o para premiar la ineptitud manifiesta del Gobierno de Kiev.

Lo que no quiere el Gobierno alemán es verse arrastrado por los llamamientos del secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, para que los países europeos aumenten su presupuesto de defensa, una vieja reclamación de los responsables de la Alianza Atlántica, a buen seguro alentada desde Washington. El enfoque belicista de Rasmussen parece tener tantas posibilidades de éxito como las quejas de los países del sur de Europa sobre la gestión de la eurozona.

Y es entonces cuando la entrevista se pone interesante. Inevitablemente, nos imaginamos que al final saldrá el nombre de cierto cabo austriaco.

–Alemania dedica a defensa un porcentaje mucho más pequeño que otros miembros destacados de la OTAN, como Turquía, Gran Bretaña, Francia y EEUU. ¿Hemos sido demasiado tacaños?

–Todos deben comprender que Alemania muestra una actitud más discreta en relación a los asuntos militares a causa de su historia. ¿Ha leído en las encuestas lo que piensan los alemanes?

–Nunca hemos creído que un político como usted se guiara por las encuestas.

–Ese no es el tema. Pero tenemos que afrontar nuestra responsabilidad con cautela e inteligencia.

–En otras palabras, a causa de Hitler no podemos aumentar nuestro presupuesto de defensa.

–Ese tipo de comentarios no valen como análisis serio. Todos deben aceptar que nuestras alternativas militares son un poco limitadas.

–Eso sonará como una excusa a muchos de nuestros aliados.

–Aumentar el presupuesto de defensa en la situación actual no sería una política inteligente. Es lo contrario a lo que necesitamos.

Gastar más en defensa no es una opción (y además no conviene dar pábulo a los delirios de grandeza militar de Rasmussen). Las necesidades económicas de Alemania impiden aumentar la presión sobre Moscú (lo que a corto plazo sólo serviría a los intereses de Putin). La verdad es que la capacidad de la UE de influir en la política exterior de otros países es bastante reducida si se limita a dar ejemplo con sus festivales de Eurovisión. No es que sea muy presentable imponerse sobre la soberanía de otros estados, pero al final esa también es una forma en la que se manifiesta el poder.

En Ucrania, tres ministros (los de Francia, Polonia y Alemania) presionaron al Gobierno de Yanukóvich y a la oposición para que aceptaran un pacto político que forzara el adelantamiento de las elecciones y un reparto de poder entre ambos. Al día siguiente, el presidente huyó, el pacto fue superado por las circunstancias y Europa se olvidó de sus cláusulas. Desde entonces, la UE depende de los acontecimientos que se producen en Kiev, Washington y Moscú. Cada uno decidirá si eso es bueno o malo, porque la UE no necesita en absoluto una visión imperialista ni más gasto militar. En cualquier caso, este es otro punto en el que Alemania no permite ningún exceso. Con Conchita Wurst le vale.

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