No todo está decidido en Escocia

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Los británicos se despiertan el domingo con la idea de que el referéndum de Escocia del 18 de septiembre no está decidido, como sostenían los sondeos de los últimos meses. El último, de YouGov para The Sunday Times, da por primera vez ventaja al a la independencia (51%-49%), aunque dentro del margen de error. Lo más significativo es que todas las encuestas anteriores de YouGov daban claras ventajas al no, más amplias que en las realizadas por otras empresas, y en esta última ofrece un vuelco considerable.

Una sola encuesta no marca tendencia, pero sirve para despertar a los políticos adormecidos. Curiosamente, otro sondeo, el de Panelbase, que solía dar mejores números al aún mantiene al no por delante (por una escasa diferencia, 52%-48%). En cualquier caso, ambas encuestas indican que el resultado de la consulta está lejos de una victoria segura del no, como daba por hecho la clase política británica.

 

La valoración de los sondeos sobre el referéndum cuenta con un claro interrogante desde hace tiempo. Las principales empresas británicas de encuestas cosecharon un rotundo fracaso en las elecciones escocesas de 2011. No supieron prever la victoria de los nacionalistas de Alex Salmond por mayoría absoluta (con un sistema electoral diseñado precisamente para impedir que un solo partido obtuviera la mayoría de los escaños). A partir de ese momento, empezaron a tomar a Salmond mucho más en serio.

La variación de YouGov en el último mes es, como mínimo, sorprendente. En un escaso periodo de tiempo, el no ha perdido doce puntos, y el ha ganado otros tantos. Hay un detalle relevante al respecto. Varios sondeos indicaban que la mayoría de los indecisos se inclinaban más por el . Según se ha ido acercando la fecha de la consulta, es posible que muchos de ellos tengan claro ya qué votar.

heraldEl factor nacionalista es obviamente muy importante, pero no en el sentido que se le da en España. Escocia ya es una nación sin necesidad de ser independiente. Es la cuestión económica la que ha centrado la mayor parte de los debates. Y en ese sentido, la campaña del no ha apostado con fuerza por meter miedo.

El precio de esa estrategia es llevar a cabo una campaña esencialmente negativa que deja la iniciativa al otro bando: si los partidarios del sí logran ofrecer una alternativa atractiva, y no sólo idealista, pueden hacer que las incertidumbres por el futuro no tengan tanto peso.

El presidente de YouGov, Peter Kellner, ofrece cuatro factores que explican el giro de los resultados en su encuesta:

–Los votantes laboristas han pasado de estar en un 18% a favor del sí a un 35%.
–Los votantes de menos de 40 años han pasado del 39% al 60%.
–Los votantes de clase trabajadora, del 41% al 56%.
–Las mujeres, del 33% al 47%.

El escaso apoyo a la independencia entre las mujeres era hasta ahora una de las razones por las que la victoria del parecía tan improbable. Según YouGov, es un argumento que ya no se puede sostener. Quienes se mantienen firmemente en el campo del no son los votantes de más de 60 años, un colectivo que no suele faltar a la llamada de las urnas.

El no hubiera llegado tan lejos si la cuestión se hubiera limitado al debate de la identidad. Permanecen las dudas sobre cómo un futuro Estado escocés afrontaría todo lo relacionado con el empleo, las pensiones y la moneda. Aun así, la campaña del parece haber utilizado con acierto la idea de que la prosperidad no está en juego, y sí en cambio la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria, conceptos que los escoceses valoran más que los ingleses.

Al igual que en las próximas elecciones británicas, el futuro de la sanidad pública es uno de los temas de debate más importantes por el temor a que las políticas de austeridad impuestas desde Londres, y una posible privatización de la gestión sanitaria, terminen socavando ese derecho.

A menos de dos semanas de la consulta, la campaña del  no deberá valorar si limita el impulso final a alertar sobre los riesgos económicos de la independencia, o si es imprescindible hacer propuestas más positivas. Según The Observer, en los próximos días se anunciará una oferta de devolución de más competencias a las instituciones escocesas en caso de victoria del no. El ministro de Hacienda, George Osborne, lo ha confirmado en la mañana del domingo. Defender el statu quo ya no es una carta ganadora.

Tres siglos de historia del Reino Unido están en juego… y algunas cosas más. En el plano electoral, los tories serían los grandes beneficiados de una separación escocesa. Escocia aporta 59 escaños a la Cámara de los Comunes, de los que ahora sólo uno es conservador (hay 40 laboristas). Sería un error pensar que David Cameron está pensando ya en los beneficios colaterales de la secesión (la inmensa mayoría de sus votantes escoceses votará no), porque al final él mismo podría ser una de las víctimas de la independencia escocesa. Un fracaso de dimensiones históricas sería la oportunidad que esperan los tories descontentos con su gestión para forzar su destitución. Los conservadores británicos toleran mal a los líderes que son derrotados.

 

La extraña idea de Ed Miliband de que en caso de independencia sería necesario instalar puestos fronterizos entre ambos países (seguro que hay cosas más importante para el futuro) demuestra que los tories no son los únicos que han entrado en una fase de pánico. El voto del miedo es en todos los países una forma muy extendida de amenazar a los votantes. Pero cuando deja de ser efectivo, insistir en él o elevar el tono retórico de la apuesta puede terminar siendo contraproducente.
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Gráficos del sondeo de YouGov.

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