Mohamed Merah ha resultado ser la polea que necesitaba Sarkozy para impulsarlo en los sondeos. Las redadas policiales son más efectivas que los mítines cuando se administran en las dosis necesarias. Y en muy pocos días, las dosis han aumentado porque la salud política del presidente no era muy boyante.
En apenas unos días, el ministerio del Interior ha efectuado tres operaciones: una veintena de arrestos, el 30 de marzo; cinco órdenes de expulsión de líderes religiosos y presuntos radicales, el 2 de abril, y una decena de detenciones más, el miércoles. Todas ellas se han realizado bajo un gran despliegue de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión porque Interior comunicó las redadas a los medios la víspera por la noche para darles mayor impacto. Según interpreta Le Canard Enchaîné, se trata de una “modesta operación antiterrorista y de una gran operación mediática” diseñada con la idea de que Nicolas Sarkozy “luzca mejor su pose de presidente protector” en plena campaña.
Un sondeo de Harris coloca a Sarkozy tres puntos por encima de Hollande (29%-26%), aunque lo mantiene claramente por detrás en la segunda vuelta (47%-53%). Hay que recordar que una parte de la variación se debe a la fortaleza del candidato de izquierdas Jean-Luc Mélenchon, cuyos votantes es probable que se orienten hacia Hollande en el duelo definitivo.
Los partidos de la oposición –menos Hollande que tiene más que perder si se queja con demasiada virulencia– ya no esconden sus sospechas sobre este repentino activismo policial. ¿Por qué no fueron detenidos antes los sospechosos? ¿Qué pruebas hay contra ellos? ¿Es creíble que precisamente cuando la presión policial es mayor a causa de los crímenes de Merah esos grupos radicales que no rechazan la violencia hayan decidido ahora cruzar la línea y embarcarse en atentados?
Este tipo de investigaciones no suelen rendir fruto en cuestión de días o semanas. Es probable que los detenidos estuvieran desde hace tiempo bajo vigilancia de la policía o los servicios de inteligencia. Eran peligrosos en potencia y la policía no podía dar por hecho que su apoyo al yihadismo fuera a quedarse en una posición sólo testimonial. Incluso así, llama la atención que todos hayan decidido convertirse en una amenaza inminente a pocas semanas de unas elecciones presidenciales.
Suele ocurrir que cuantas más cámaras de televisión hay esperando a la salida de los detenidos, más probabilidades hay de que un mando político haya dado la orden de costumbre: detengan a los sospechosos habituales.
Y así se habla menos de la incapacidad de la policía para adelantarse a los planes de Mohamed Merah.
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