Kim Jong-un, enemigo público número 1 de Hollywood

kim jong

Una crisis internacional que comienza con una farsa (una película de humor) bien puede acabar en otra farsa. No importa que algunos de los pasos intermedios sean muy serios. Cabe la posibilidad de que todo vuelva al lugar de origen y todos terminemos riéndonos a gusto.

Flashbak: Sony Pictures produce una película, ‘The Interview’, que narra el viaje de dos perdedores a Corea del Norte para asesinar a Kim Jong-un por encargo de la CIA. La premisa parece ridícula, pero no del todo. Como hemos visto en el informe del Senado de EEUU sobre las torturas de la CIA, los servicios de inteligencia lo subcontratan todo: desde los interrogatorios a los detenidos hasta el asesoramiento psicológico. La privatización de la ‘guerra contra el terrorismo’ abre múltiples oportunidades empresariales, aunque es importante no equivocarse con la compañía contratada.

Aun así, ‘The Interview’ es una farsa. Una mezcla de South Park y Foreign Affairs con la intención de hacer reír. El Gobierno de Corea del Norte se enfurece y declara que se trata de «un acto de guerra». Se produce un hackeo masivo de los servidores de Sony, que da lugar a un diluvio de información confidencial sobre los aspectos más íntimos del negocio del cine (desde insultos racistas a Obama hasta comentarios despectivos sobre las estrellas de Hollywood), además de películas aún no estrenadas. Aaron Sorkin escribe que es un escándalo que los medios de comunicación se aprovechen de un acto delictivo. Los medios lo tienen fácil. No, Aaron, informar de los asuntos internos de una corporación multimillonaria que cotiza en Bolsa no es lo mismo que invadir la privacidad de una persona. Estás tan despistado como cuando escribiste el guión de ‘The Newsroom’.

the-interview-2014-31431-sony-delaying-release-of-the-interviewLa acusación de que Corea del Norte se encuentra detrás de este ataque informático parece al principio algo endeble (¿otra historia como la de los ministros a los que sirvieron de comida a los perros?), pero comienzan a ocurrir cosas que hacen dudar.

Los hackers amenazan con matar a las personas que acudan al estreno de la película, como si fuera lo mismo entrar en el servidor de una empresa que poner bombas en decenas de ciudades. Las cuatro mayores cadenas de exhibición (con 19.000 pantallas en total) se mueren de miedo y deciden no ofrecer la película. Sabiendo que existe esa amenaza, cualquier incidente violento les dejaría en manos de las demandas de los espectadores y de sus abogados («Better Call Saul»)

Sin las pantallas necesarias para que el estreno sea rentable, a pesar de la mala publicidad (o buena, según se mire; no olvidemos que es una película tipo Sharknado pero con actores conocidos), Sony toma la decisión de cancelar el estreno.

Y ahora la cosa se pone realmente interesante. El FBI anuncia que tiene pruebas de que Corea del Norte sí está detrás del hackeo. Encuentra similitudes entre líneas de código, algoritmos de cifrado y métodos de borrado de datos con los empleados antes por Corea del Norte en otros ataques. También en relación a la infraestructura y direcciones de IP empleadas. Las semejanzas pueden relacionarse con ataques recientes sufridos por bancos y medios de comunicación de Corea del Sur llevados a cabo por el Gobierno de Pyongyang.

Es improbable que sea una campaña para apretar las tuercas a Kim. No ahora cuando Obama está disfrutando de sus minutos de gloria por su decisión de poner fin a la guerra fría con Cuba.

A partir de ahí, la cosa se pone seria. En una rueda de prensa, Obama afirma que Sony ha cometido un error al no estrenar el filme. No podemos permitir que un dictador imponga la censura en EEUU, dice, «porque si alguien puede intimidar a la gente aquí por una película satírica, imaginen lo que pueden empezar a hacer si ven un documental que no les gusta o un programa informativo».

Recordad El Alamo. Apaciguamiento. Neville Chamberlain en el nuevo papel de presidente de Sony Pictures.

Hasta George Clooney cree que las libertades están en juego: «We cannot be told we can’t see something by Kim Jong-un, of all fucking people» (en inglés suena más divertido).

Unos cuantos periodistas comentan en Twitter que sería una idea fantástica que Obama pida que ‘The Interview’ se proyecte en un pase privado en la Casa Blanca. Desde luego, también podría declarar la guerra a Corea del Norte y provocar un conflicto nuclear.

kimLa idea de que un Gobierno puede lanzar un ataque de estas características contra una empresa de las dimensiones de Sony no es algo que haya que tomarse a broma. Como siempre en estos asuntos, conviene consultar lo que dice Bruce Schneier, que por cierto comenta que este hackeo incluye herramientas empleadas en el pasado por gobiernos como los de EEUU, Rusia y China. A pesar de que las medidas de seguridad de Sony no estaban a la altura de lo exigible, esa amenaza potencial sobre países y corporaciones (y, no lo olvidemos, ciudadanos) existe y no se debe desdeñar.

Pero no es ese el campo en el que se están haciendo los llamamientos más delirantes. Aparentemente, se ha sentado un precedente dramático («los terroristas han ganado») y ahora todos los dictadores del mundo lo aprovecharán para… ¿impedir que se hagan películas como ‘El dictador’, de Sacha Baron Cohen?

Resulta que hay algo más en juego, como se puede apreciar en este artículo aparecido en la web conservadora National Review: no es sólo que Sony se haya mostrado cobarde. Es peor pensar que la compañía ha supuesto que los espectadores no asumirían ningún riesgo y se quedarían en casa. Los norteamericanos se han rendido ante el mal, ya no tienen el espíritu de los héroes. Se han dejado intimidar por un dictador obeso.

El autor ha debido de olvidar lo que ocurrió en Boston tras el atentado del maratón, cuando las autoridades pidieron a la población que se recluyera en sus casas ante la amenaza que suponía una persona de 19 años en una ciudad de 600.000 habitantes. Y no es el único ejemplo de sobreactuación ante una amenaza violenta. Recordemos todas esas medidas de seguridad en los aeropuertos o los congresistas republicanos aterrorizados ante la idea de que los presos más peligrosos de Guantánamo sean internados en una prisión de máxima seguridad de EEUU.

¿Hay algo más gracioso que todo esto? Sí. ‘The Interview’ costó 44 millones de dólares y Sony se había gastado otros 35 millones en su promoción.

La viñeta de arriba es de Lalo Alcaraz.


FiveThirtyEight calcula que Sony podría perder unos 100 millones de dólares si guarda la película en un armario.

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