La Guerra Civil Tory

macbeth

De los creadores de la Guerra de las Rosas y la Guerra Civil en la que Cromwell liberó a Carlos I del peso de su cabeza, nos llega ahora… la Guerra Civil Tory, el desenlace de un conflicto que se inició en los últimos años de Thatcher. Con un interesante anexo: la Guerra Civil Laborista con la segunda vuelta de las primarias que llevaron a Jeremy Corbyn a la victoria. No está mal para el país que ni siquiera fue escenario de las revoluciones del siglo XIX y que pasa en muchos lugares de Europa como ejemplo de sistema político estable capaz de absorber todos los golpes.

Veamos si es posible ordenar los acontecimientos, mejor desde el principio. David Cameron prometió en la legislatura pasada convocar un referéndum sobre la UE para intentar cerrar la herida que martirizaba a los tories desde los 80 y para detener el ascenso de Ukip. Las urnas le dieron en mayo de 2015 la mayoría absoluta, pero con unos escasos 12 escaños sobre el límite. Cameron, euroescéptico como todos los políticos conservadores, no quería el Brexit, pero estaba atado a su promesa. Después de dudar y escribir dos borradores de artículos con puntos de vista opuestos, Boris Johnson se decidió a hacer campaña por la salida de la UE. Fue el político tory más efectivo en el bando del Brexit y se suponía que sería el principal beneficiario de una victoria del . Theresa May, ministra de Interior, euroescéptica hasta la punta de sus zapatos, finalmente se posicionó contra el Brexit y luego se retiró a su despacho sin hacer campaña.

Gana el Brexit y Cameron anuncia la dimisión aplazada hasta septiembre, para cuando los tories elijan a su sucesor. Todo el mundo da por hecho que Boris se presentará y que el resultado acaba con las aspiraciones del número dos del Gobierno, George Osborne. Otro ministro tory, Michael Gove, deja claro que haber sido uno de los principales estandartes del Brexit no le permite ser candidato a primer ministro. No se siente capacitado para el puesto, como ya había dicho años anteriores siempre que le preguntaban sobre sus aspiraciones para el futuro.

Muy pronto, los políticos del Brexit, que habían dicho en campaña que el Gobierno de Cameron debía invocar el artículo 50 e iniciar de inmediato la negociación con la Comisión Europea, de repente pierden todo interés por un rápido inicio del proceso. Cameron les deja claro que no permitirá que sus últimos meses en el poder se conviertan en una pesadilla sin fácil solución. Todo eso queda para el siguiente inquilino de Downing Street. Y además, a pesar de la retórica nacionalista de la campaña, saben que las empresas, la City y, muy importante, los grandes donantes del Partido Conservador tienen claro que no pueden prescindir de la libre circulación de bienes y servicios con la UE. Sin libre comercio, la City perderá el «pasaporte» que le permite operar en los países de la eurozona. Las dudas se multiplican. El país parece a la deriva.

Una pausa para explicar las normas de elección del líder conservador. Primero, los diputados votan y seleccionan dos nombres de entre la lista de candidatos. La decisión pasa a manos de los 150.000 militantes que eligen a su nuevo líder en las primarias. Es decir, puedes tener muchas posibilidades de salir victorioso en el voto de los militantes, pero quizá no tengas garantizado el apoyo de tus colegas diputados.

Lo que nos devuelve a Boris Johnson. El exalcalde de Londres es muy popular entre las bases tories, no tanto entre los diputados, sobre todo entre los que dijeron estar en contra del Brexit, un poco más de la mitad del grupo parlamentario. Empiezan a aparecer artículos en la prensa en los que de forma anónima hay diputados que anuncian que harán pagar cara a Boris su «traición». «Hay un lugar especial en el infierno reservado para Boris», dicen fuentes de Downing Street al Sunday Times. «Gove y él han montado un golpe derechista. Tenemos que apoyar a Theresa (May). Es la única adulta». Ocurre que hasta el último momento Cameron pensó que su viejo compañero de Eton y de juergas nocturnas en el Bullingdon Club de Oxford estaría con él en la pelea. Fue uno más de sus errores.

anarchyTras el referéndum, los políticos tories partidarios del Brexit empiezan a notar la presión (también algunos votantes). Han alentado el miedo a la inmigración durante años y nunca han reprochado a la prensa tabloide sus excesos y mentiras sobre este punto. Lo único que se les ocurre es sugerir que la UE –la misma que se negó a hacer concesiones antes de la consulta– terminará aceptando que el Reino Unido continúe exportando a la UE sin aranceles, mientras le permite restringir o prohibir la libre circulación de trabajadores.

Es una ilusión. En estos casos, es mejor atenerse a lo que diga Angela Merkel: «El acceso libre al mercado único está garantizado a aquellos que aceptan los cuatro derechos básicos europeos: los de (circulación de) personas, bienes, servicios y capitales. Por ejemplo, Noruega no es miembro de la Unión Europea, pero tiene acceso al mercado único porque acepta la emigración libre desde la Unión Europea».

Por alguna razón –¿negación de la realidad?–, ni los tories ni parte de la prensa dan el mensaje por recibido.

Boris comienza a cavar su propia tumba cuando publica su artículo semanal en el Telegraph en el que explica que los británicos no tienen nada que temer ante un futuro ahora lleno de horribles presagios económicos. Pero lo peor para él no son las mentiras o fantasías que abundan en el texto, sino que da por hecho que los británicos podrán seguir viviendo en países de la UE para estudiar y trabajar en una especie de Brexit light que podría acercarse a la llamada opción noruega.

Michael Gove, presunto amigo de Boris Johnson, empieza a afilar el cuchillo.

La esposa de Gove –Sarah Vine, periodista, columnista del muy euroescéptico Daily Mail– le envía un email con instrucciones antes de una reunión que debe mantener con Boris. Comete el cómico error de enviarlo en copia a otra persona que lo reenvía a varios medios. En el mensaje, Vine le sugiere que negocie duro, que le exija promesas específicas sobre su posición en un futuro Gobierno presidido por Johnson, que no garantice su apoyo sin más. E incluye un párrafo muy revelador: «Fundamental, los militantes no tendrán claro apoyar a Boris, ni tampoco Dacre/Murdoch, que desconfían instintivamente de Boris, pero confían en tu capacidad lo bastante como para apoyar una candidatura Boris/Gove».

Dacre es Paul Dacre, el director del Daily Mail, tan temido como reverenciado en la derecha. Obviamente, Murdoch es Rupert Murdoch. Qué raro que Murdoch no hubiera aparecido antes en esta historia.

the nationalEl miércoles en una conferencia organizada por The Times, Murdoch comenta en privado que tiene dudas sobre Boris Johnson y que prefiere que Gove se presente. Muy pronto van a complacer sus deseos.

En la mañana del jueves, Gove anuncia su candidatura. En una entrevista, afirma que es una prioridad reducir la inmigración al Reino Unido y que para eso es necesario estar fuera de la UE. Es lo que estaban esperando escuchar la mayoría de los votantes del Brexit. Y Murdoch, claro.

Fuentes cercanas a Gove explican a The Guardian que tomó la decisión en la noche del miércoles. Sus motivos: Boris es un tipo brillante y valioso, pero errático y desorganizado. No podía ser primer ministro. De repente, había descubierto algo que conocen todos los políticos y periodistas británicos desde hace años (y no les falta razón).

Poco después, Boris suelta la bomba en un discurso que deja sin palabras a los tories que le habían apoyado: no se presentará como candidato. Después de haber sido un factor clave en la campaña de Brexit y de ayudar en el estallido de este terremoto, decide plegar velas y renunciar. No es extraño que le llamen cobarde.

Los cuchillos vuelan por todo Twitter. En seguida, la gente de Boris lanza todo tipo de improperios contra la traición de Gove, el hombre que no estaba preparado para ser primer ministro… hasta la noche anterior. Le acusan de haberlo preparado todo desde el principio.

Cunt. El peor insulto que existe en el inglés británico.

El remilgado Gove ha resultado ser un personaje a la altura del ‘House of Cards’ británico (se admiten también comparaciones con ‘Juego de tronos’, ‘Macbeth’ y cualquier drama shakesperiano). Clava el puñal al amigo desprevenido cuando es demasiado tarde para que pueda reaccionar.

Como se esperaba, una horas antes, la ministra de Interior, Theresa May, ha presentado su nombre a la lista de sucesores de Cameron (que completan Stephen Crabb, Andrea Leadsom y Liam Fox). Sí, se opuso al Brexit, pero con la boca pequeña. Durante la anterior legislatura, mostró su rechazo más radical a la aplicación en el Reino Unido de las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aunque eso no dependa de la pertenencia a la UE. Y es un halcón en temas de inmigración. Se apresura a destacar que para el futuro Gobierno será una prioridad «recuperar el control sobre el número de personas que llegan aquí (al Reino Unido) desde Europa». Todo intento de olvidar esa promesa, clave en el Brexit, sería «inaceptable para la opinión pública».

En el discurso con el que lanza su candidatura, Michael Gove afirma que con el referéndum los británicos «han rechazado la política de siempre» («they rejected politics as usual»). «Tenemos una oportunidad única de curar las heridas», dice, mientras el cuerpo de Boris Johnson yace a sus pies con más heridas de las que puede soportar una carrera política.

El partido que acabó con Margaret Thatcher y que torturó a John Major durante todo su mandato nos ha dado otra dramática lección de cómo se llega al poder dejando detrás un reguero de cadáveres. Sangre, traición, cobardía, celos, amenazas… qué gran espectáculo.

Life’s but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon the stage
And then is heard no more. It is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury
Signifying nothing.

0.30
Según un recuento hecho por la agencia Press Association, May cuenta ya con el apoyo de 42 diputados. Crabb tiene a 10, Leadsom a 9, Gove a 7, y Fox a 2. Hay 330 diputados y europarlamentarios tories con derecho a voto. En su portada de mañana, el Daily Mail anuncia su apoyo a May. Un periódico profundamente euroescéptico se pone detrás de una ministra que no recomendó el Brexit, lo que deja bastante claro que el Mail se muestra confiado con la postura que adoptará Theresa May con respecto a la UE. La noticia habrá supuesto una decepción para la esposa de Gove, que es columnista del tabloide.

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